Una mirada a la vida de Clemente Hofbauer puede enseñarnos mucho acerca de los sueños que llegan a realizarse, así como sobre la oración y el servicio, sobre la perseverancia en la vida cristiana, sobre cómo hacerse santo viviendo los avatares de cada día, y sobre cómo emplear cada instante de la vida orientándolo hacia su justa meta.
Clemente no fue un obrador de milagros, no fue un visionario, fue solamente un gran y santo Redentorista que se puso al servicio del pueblo de Dios ofreciéndole lo mejor de sí mismo. Nacimiento y vida de joven Nuestro santo nace el día de San Esteban, 26 de diciembre de 1751, en Tasswitz, Moravia. Noveno de 12 hijos nacidos de María y Pablo Hofbauer, fue bautizado al día siguiente de su nacimiento. Le impusieron el nombre de Hansl; es decir, Juan. Será con este nombre con el que se le conocerá hasta el día en que se haga ermitaño y en el elegirá el nombre de Clemente.
El hermano mayor del santo, Carlos, parte del hogar paterno para unirse a la caballería húngara en la batalla contra los turcos. Hansl se enfada por no ser lo bastante mayor para vestir el uniforme azul con adornos de plata y capa con forro de terciopelo rojo. Pero sus sueños infantiles tienen también otros horizontes. Mientras ayuda a misa se imagina siendo sacerdote en el altar, se ve vestido con ornamentos sagrados dirigiendo al pueblo en las grandes solemnidades de la Iglesia a fin de dar gloria y alabanza a Dios.
Finalmente, el ideal del sacerdocio vence sobre el de la carrera militar. Desgraciadamente, al pertenecer a una familia pobre, Hansl tiene pocas esperanzas de poder entrar en un seminario o de ingresar en una orden religiosa. Comienza por estudiar latín en casa del vicario de su parroquia.
El párroco es un viejo sacerdote que llega a descubrir en el joven Hofbauer la semilla de la vocación. Todos los días el joven estudiante y el anciano pastor se encuentran para estudiar la lengua latina. Se trata del primer paso del largo camino que conducirá a Hansl al sacerdocio. El período de estudios acaba repentinamente con la muerte del párroco cuando Hansl tiene catorce años.
El nuevo párroco no encuentra tiempo para ayudarle a estudiar latín. Ante la imposibilidad de continuar estudiando para el sacerdocio, Hansl se ve en la necesidad de aprender algún oficio. En 1767 es aceptado como aprendiz de panadero. En 1770 se va a trabajar a la panadería del monasterio premonstratense de los Padres Blancos de Kloster Bruck. En aquella época, las consecuencias de la guerra y la carestía reinante empujan a los sin techo y a los hambrientos a llamar a las puertas del monasterio en busca de ayuda. Hofbauer trabaja día y noche para calmar el hambre de los pobres que llaman a su puerta.