El Año de San José, anunciado por el Papa Francisco, nos llama a honrar a San José como guardián y protector de la Iglesia y a sus fieles con sincera oración y devoción, animando a todos a tomar su vida virtuosa como nuestro modelo para la realización de nuestra vocación a la santidad.
P. Vincenzo La Mendola C.Ss.R., explorando la historia de la Congregación del Santísimo Redentor, presenta alBeato Gennaro Maria Sarnelli como propagador de la devoción de San José:
“Mucho se ha escrito sobre la devoción de San Alfonso a San José, especialmente con motivo de las nuevas ediciones de su ya conocido Septenario, reimpreso varias veces hasta la actualidad [1]. El comisario del volumen X de las obras ascéticas del santo, el p. Oreste Gregorio, proponiendo una edición crítica del mismo, insertado entre los folletos, agregado al Camino de la salud. La opereta devocional titulada Septenario en honor a San José se publicó por primera vez en Nápoles en 1758 junto con la Novena de Navidad.
La profesora Filomena Sacco nos brindó ideas interesantes sobre su contenido en un artículo reciente [2].”
Hay varios escritos que profundizan este tema (Véase la edición italiana o el archivo pdf aquí abajo). Sin embargo podemos, decir que la devoción parece estar inspirada en la correspondiente devoción a la Addolorata, que era muy popular en ese momento. Los siete gozos pronto se agregaron a los siete dolores. La práctica de los Siete Dolores y Siete Alegrías de San José, aprobada por los Supremos Pontífices, está muy extendida. La fórmula se atribuye al Beato Gennaro Sarnelli (+ 1744), uno de los primeros religiosos de San Alfonso [4].
Es muy probable que Sarnelli pretendiera difundir la práctica piadosa entre la gente de la capital y sus caseríos, favoreciendo su inclusión entre los más frecuentados por los devotos. El miércoles era el día de la semana dedicado al santo. En muchas iglesias se recitaba la alegría y el dolor, además de la misa votiva y otras coronellas o invocaciones.
La devoción al “más puro marido de María” había roto el sentimiento religioso popular y su figura ideal se imponía como modelo de virtudes familiares, sociales y religiosas.
La devoción a Sarnelli no es una simple y natural efusión de afectos y sentimientos, sino compromiso y dedicación para crecer en la vida espiritual. De fondo se oye la ansiedad del misionero por la salvación de los hermanos, la capacidad del confesor y director espiritual para trazar un itinerario de perfección evangélica, la autoridad del predicador para exhortar y proporcionar los medios y herramientas útiles para el propio camino. de santidad.
Está claro que el bienaventurado pensó y compuso sus obras como auxiliares y complementarias de la misión. El libro o folleto tenía la intención de asegurar la continuidad en la predicación. Fueron una ayuda eficaz para la vida devota de los fieles, tanto si se practicaba en la parroquia, como en el hogar o en privado.