Pedro Donders nace en Tilburg, Holanda, el 27 de octubre de 1809 del matrimonio Arnold Denis Donders y Petronila van den Brekel.
Ninguno de sus dos hijos puede estudiar debido a que la familia; deben trabajar para ayudar a la casa. Pedro, sin embargo, alimenta desde la infancia el deseo de hacerse sacerdote. Con ayuda del clero de su parroquia, Pedro puede iniciar a los veinte años sus estudios en el Seminario Menor. Con el tiempo, el 5 de junio de 1841, es ordenado sacerdote. Durante sus estudios de teología en el seminario, sus superiores lo orientan hacia las misiones de la colonia holandesa del Surinam.
Llega a Paramaribo, capital de la colonia, el 16 de septiembre de 1842 y enseguida se entrega a la acción pastoral que lo retendrá hasta su muerte. Las primeras tareas comprenden visitas habituales a los plantíos a lo largo de los ríos de la colonia donde predica y administra los sacramentos, sobre todo a los esclavos. Sus cartas expresan su indignación por el duro trato a que tienen que someterse las poblaciones africanas que se ven obligadas a trabajar en los plantíos. En 1856 es destinado a una estación de leprosos en Batavia. Salvo pocas interrupciones, éste será ya el escenario de su apostolado durante el resto de su vida.
Su caridad le lleva a preocuparse no sólo por proporcionar a sus pacientes los bienes de la religión, sino que se preocupa también de curarlos personalmente cuando no logra convencer a las autoridades de que les proporcionen los adecuados servicios sanitarios. Por todos los medios a su alcance logra mejorar las condiciones de los leprosos, sobre todo gracias a la energía incansable con que informa a las autoridades coloniales de la necesidad que dichos enfermos tienen de atención médica. Cuando en 1866 los Redentoristas llegan a la colonia a fin de hacerse cargo de la misión del Surinam, el Padre Donders, juntamente con uno de sus cohermanos sacerdotes, pide ser admitido en la Congregación. Los dos candidatos hacen su noviciado bajo la dirección del Vicario Apostólico, Mons. Giovanni Baptista Swinkels y emiten sus votos el 24 de junio de 1867.
El Padre Donders vuelve rápidamente a Batavia. Al contar ya con la ayuda de los leprosos, puede dedicar más tiempo a una obra que desde hacía largo tiempo deseaba emprender. Como Redentorista, su atención se dirige ahora a las poblaciones indias del Surinam. Se dedicará a esta obra hasta su muerte. Comienza aprendiendo las lenguas nativas y a instruir a los indios en la fe cristiana. Esto lo hará hasta que le abandonen las fuerzas y sea obligado a dejar en las manos de otros la obra comenzada.
En 1883, el Vicario Apostólico, queriendo relevarlo de la pesada carga que durante tanto tiempo ha cargado sobre sus hombros, lo traslada a Paramaribo y, más tarde, a Coronie. En noviembre de 1885, sin embargo, vuelve a Batavia. Aquí se hace nuevamente cargo de las tareas de antaño hasta diciembre de 1886 cuando su salud, ya muy deteriorada, lo obliga a guardar cama. Vivirá aún dos semanas.
Le sobreviene la muerte el 14 de enero de 1887. Al extenderse su fama de santidad más allá de los límites del Surinam y de su Holanda natal, se introduce su causa de canonización en Roma.
El 23 de mayo de 1982 es beatificado por el Papa Juan Pablo II.